Los lagrimales
desiertos y el último sollozo que se borra en la memoria.
La mirada fría, el
latido estereotipado y esa mueca fría que desdibuja la humanidad.
Una piel que no se
eriza, pupilas que no dilatan.
Las arrugas hechas
huella pantanosa de una gestualidad que se quedó atorada.
Una garganta que no
se anuda, un estómago que no se revuelve.
Un grito, una
cinteada, un abuso.
Un disléxico, un
vago, un pobre diablo.
Uno más de todos los
unos que el diario vivir trae a la jornada.
Solo pido que el
vaso desborde cada vez que sea necesario,
Solo pido que los
sollozos refresquen la memoria,
Solo pido que la
mirada cálida y la curva cóncava de mi rostro
den el alivio a esos
unos, que más que cifras son personas.
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