Brazos extendidos,
mirada vagabunda, oídos cargados. Mientras el tiempo pasa, las peleas
cotidianas se suscitan. Pero es más la costumbre que el interés. Me mantengo
firme, porque así lo demanda la situación, y el hábito. En mis brazos se
sostiene una pelea que si la dejo caer se enrolla más.
Frente a frente con
ella, sus ojos negros y los míos se cruzan ocasionalmente. Insiste en contar
historias que le ganen al reloj. Habla, como quien le teme al silencio. Yo
ignoro, y asiento como quien escucha. "Sostené bien los brazos, que se me
enreda la lana". La miro, y entiendo sin que diga, que mejor es no
decir.
Brazos extendidos,
mirada vagabunda, oídos cargados. Mientras el tiempo pasa, las peleas
cotidianas se suscitan. Pero es más la costumbre que el interés. Me mantengo
firme, porque así lo demanda la situación, y el hábito. En mis brazos se
sostiene su entereza, que si dejo caer se enrolla entre los pies.
Frente a frente con
ella, sus ojos negros y los míos se cruzan ocasionalmente. Insisto en dar
órdenes a un oído que solo atiende elucubraciones. Hablo, como quien teme a la
tragedia. Ella ignora, y asiente como quien escucha. "Pisá bien mamá!
¿Cómo te dijeron que tenés que hacer?". Me mira, y entiende sin que diga,
que mejor es no decir.
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