sábado, 27 de agosto de 2016

DIAS

Algo imperceptible se revuelve en mis entrañas y con suavidad asciende;
estremeciendo cada nervio, movilizando cada fibra, condensándose en mis lagrimales.

La mirada vidriosa y una historia que inunda la habitación.
Un oyente y un hablante.

El acto de decir porque se sabe escuchado,
el acto de escuchar porque se sabe confiado.

La distancia que demanda la emoción que no quiere desbordar,
y un relato en minúsculas que no pretende llamar la atención en demasía.

Una relatoría que desde la silenciosa sinceridad se etiqueta como una veracidad diseccionada.
Una emoción dormida que en el acto de escuchar encuentra los vértices de la empatía.

Oír y ser oído en los silencios. Decir y también decir sin las palabras.
Un diálogo mudo cubierto de sutilezas y embadurnado de sensaciones.

Un momento, en un día que no prometía mayores matices.
Un ápice de luz, entre tanta oscuridad.  

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