Un pasillo gris y en
silencio. Un grito en la noche que anuncia la vida. Otro pasillo gris pero ahogado en llanto, y el que esperaban que hablara, se va en silencio. Paradójico que sin saber
pronunciar, lleguemos haciéndonos oír y, que pudiendo hablar, algunos se vayan sin decir.
Un padre insistente toma a su hijo de la mano y lo impulsa a caminar, mientras su madre festeja un balbuceo insipiente. El niño reticente defiende su miedo a caer. Otro niño
bajo el mástil de bandera, reprendido guarda silencio. Paradójico que se nos enseñe a caminar y a hablar, y luego se nos califique por la
pasividad y el mutismo.
Tres mujeres
rodeando una mesa. Un café humeante, un té con edulcorante y un batido de
frutas. Palabras que desbordan por la mesa. Una charla álgida a la vista, pero
un contenido pobre en esencia. Paradójico que se pueda decir tanto, sin
decir nada.
Dos amigos, una
baraja de truco y otro café. Jugar sin medir tiempos, pero esquivando el diálogo para no hacer sufrir y de algún modo
proteger. Paradójico pensar que haciendo silencio no se dice nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario